Suelos

• Las arenas graníticas y el sábrego (mezcla de arcillas y arenas) son fruto de la erosión de los bolos graníticos, génesis de los suelos gallegos, durante millones de años. Los vinos que producen son ligeros, frescos y extraordinariamente aromáticos.
En este tipo de suelo y a medida que se asciende hacia Pena Corneira, existe un escalonamiento de antiguos alveolos que fueron hendidos por la incisión fluvial al mismo tiempo que se levantaban los diferentes bloques. Estos son lugares con una mayor profundidad de suelo formando pequeños oasis en medio del paisaje marcado por la roca. Es precisamente esta alternancia de áreas en las que predomina la alteración con otras en las que predomina el roquedo, la que explica el hecho de que en una misma ladera existan sucalcos o bancales al lado de la roca lisa; esto está en relación con el hecho de que para construir un sucalco o bancal, sea necesario contar con roca alterada que, al mezclarse con materia orgánica, especialmente tojo, forma suelos antrópicos. El papel primordial de la piedra en la construcción del paisaje se da también en la margen izquierda del Avia, sobre todo desde Valdepereiro hacia Leiro. La textura arenosa del suelo está también en relación con este tipo de substrato.

• Los esquistos (Xistos) son rocas metamórficas que proceden del periodo Paleozoico. Es un suelo duro, las producciones por planta son bajas, pero da vinos muy característicos resaltando la mineralidad.
• Las arcillas proceden de material sedimentario, consecuencia de la formación de las cuencas terciarias en el Periodo Cenozoico. De ellos salen vinos voluminosos, cálidos, potentes.

Son en general suelos poco profundos, entre 70 y 100 cm y el contenido de materia orgánica oscilan entre el 2-4% para la el suelo agrícola situándose por debajo del 3% en el subsuelo.